Historia rica, si es que las hay, de estos pagos que un día llamaron “Tierra de Nadie”.
Desde Solís que avistó sus costas antes de internarse en el “Mar Dulce”, donde entregó su alma y las inscribió en su bitácora como “Cabo Blanco” por el color de la playa compuesta por arena mezclada con conchillas; hasta la llegada del “caminador” Hernandarias que trajo a guaraníes de las reducciones del Paraguay, y fueron ellos los que dieron el nombre a la región en su lengua; la llamaron “Tuyú” por su barro blando.
Desde entonces se sucedieron expediciones para colonizar, que sucumbieron porque estas tierras no eran de nadie; estaban habitadas por aborígenes a quienes llamaron indios, raza indómita y guerrera que sólo aceptó el acuerdo con Don Juan Manuel de Rosas y luego de su incumplimiento prefirió aceptar el exterminio de Roca antes que su rendición.
Los Padres Jesuitas y Franciscanos las recorrieron y cartografiaron mientras procuraban evangelizar a sus habitantes. Muchos hombres de Fe dejaron sus huesos en estos campos en aras de su Misión.
Uno de ellos, el Padre Falkner cartografió la Ría de Ajó, así llamada por los aborígenes que lo acompañaban. Desde entonces los españoles denominaron la región como “Rincón de Ajó”. Allí se constituyó un refugio para barcos que luego llegaría a ser el tercer puerto en importancia, después del de Buenos Aires y Rosario. Se exportaban frutos del país y sobre todo el producto de los saladeros. Cuando éstos sucumbieron ante la industria frigorífica se produjo un colapso social y la desocupación hizo emigrar a sus habitantes.
Ahora volvieron con otras expectativas. Aquel pueblo que en 1839 resultó del decreto de Rosas que dividió el Partido de Monsalvo y creó el Partido de Ajó, a partir del 1º de Febrero de 1864 se denominó “General Lavalle”, en homenaje al prócer, por iniciativa de Don Isidro Ramón Falco y el Tte. Coronel Martín Teodoro Campos.
De aquel pueblo decía, nació esta sociedad pujante, al amparo del puerto pesquero, el impulso agrícola- ganadero y la industria del turismo. Todo estimulado por la comunidad mancomunada con sus gobiernos.
¡Partido de General Lavalle, tras ciento cincuenta años, recibe el deseo de prosperidad de parte del Partido de la Costa que se considera hijo de toda esa historia!
Antonio Jose Milano