Eduardo Canitrot, secretario de Desarrollo Humano de Pinamar dio detalles del primer envío de alimentos enviado por Nación: “Se materializó hace 25 días. Se trata de dos entregas una de 9 mil kilos y otra de 9.00 kg aproximadamente. Se trató de un volumen que permitió ayudar a 1400 familias”.
Hay distintos funcionamientos que tiene el Ministerio que ahora es de Capital Humano. A veces es con los Municipios y otras a través de los comedores de las distintas entidades. Van por distintas formas, el municipio como gobernaciones también. Lo que va por un lado también va por el otro, la comuna pinamarense pide institucionalmente como Municipalidad de Pinamar “cosa que nosotros cuando recibimos los alimentos a los beneficiarios que nosotros tenemos en un listado de asistencia. Pasaron aproximadamente 1400 familias”.
Canitrot pormenoriza: “Ese es un trabajo que están haciendo las asistentes hace años en un centro de cómputos y después se hacen las entregas por Desarrollo por red o referentes locales que vamos con el equipo nuestro y se hace una entrega por los barrios. Eso está identificado en cada familia con un informe social. Lo que nos está pasando ahora es que se está incrementando mucho el adulto mayor y así también asistimos a merenderos”.
“Hay gente que nunca pidió y no les está alcanzando el dinero que capaz tiene una casita más o menos o un departamento y no lo puede sostener porque las expensas son caras porque los servicios son caros y porque la jubilación es muy precaria. O sea que estamos viviendo otra realidad que la que vivimos otros años”, dice el funcionario en relación a que no le dan los ingresos.
Dentro del conglomerado de necesidades están quienes padecen alguna patología encuadrada dentro de Salud mental y otros que vinieron y se quedaron sin trabajo y no se quieren ir. La situación se agrava con la merma de trabajo que hoy sufre Costa Esmeralda donde hoy hay un 10 % en lo que fue el año pasado. El tema es que donde estaban tenían arraigo y hasta parientes que pueden ayudarlos y acá no. Se trata de los que vinieron acá tratando de hacer una diferencia en el verano y no pudieron porque todo aumentó.
Hubo una preferencia marcada por la mano de obra local y los que vinieron sin domicilio fijo se quedaron y hoy forman ese foco que no tiene como irse y como generar el sustento.
El problema de los que sufren de alguna enfermedad de salud mental, es que en su gran mayoría, no quieren ser tratados porque no aceptan las normas de convivencia de un lugar con horarios y un orden necesario para poder ayudarlos. Allí no se puede drogar, consumir alcohol o convivir.
“Vamos a ver qué pasa en julio, vamos a gestionar, por lo menos hasta julio podemos”, concluye.