El próximo 20 de noviembre es el Día Mundial de la EPOC, ante lo cual es importante recordar las medidas de prevención y el abordaje que se le da a la enfermedad.
La EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) es una enfermedad respiratoria prevenible y tratable caracterizada por la presencia de síntomas respiratorios crónicos y alteración de las pruebas de función pulmonar.
Esta inflamación crónica es la consecuencia de la inhalación repetida y por tiempo prolongado de diferentes agentes nocivos de los cuales el más común es el humo de tabaco, pero también el humo de biomasa (leña y similares), polución ambiental y del ámbito laboral.
Muchos pacientes padecen además enfermedades concomitantes relacionadas al hábito de fumar o que aumentan el riesgo cardiovascular, lo que produce una evolución más compleja de la EPOC que requieren un enfoque más amplio que el del neumonólogo.
Los síntomas más frecuentes son la dificultad para respirar al realizar actividades cotidianas, tos, expectoración (catarro), y con menor frecuencia, silbidos en el pecho. El diagnóstico se hace con la realización de una espirometría, prueba sencilla que requiere un esfuerzo respiratorio en reposo y que demuestra la obstrucción de los bronquios que ocasiona la inflamación crónica. Muchas veces los síntomas son leves y aparecen antes de la alteración de los estudios y las “crisis respiratorias” (exacerbaciones) pueden preceder o ser el primer evento de la enfermedad.
La EPOC no tiene cura, las terapias apuntan a mejorar la calidad de vida, evitar las exacerbaciones (crisis), disminuir la progresión de la obstrucción bronquial. Dejar de fumar es la medida que más impacta en la sobrevida del paciente. Además, recibir vacunación contra la gripe y la neumonía ha demostrado reducir las exacerbaciones.
Los broncodilatadores y los corticoides inhalados son la piedra fundamental del tratamiento, pero en los casos más severos pueden requerirse drogas de uso vía oral. La administración de oxígeno, cuando es indicado, es otra de las medidas que mejora la sobrevida de pacientes en etapas avanzadas. Y la rehabilitación pulmonar (plan de ejercicio controlado y acorde) en todas las etapas reduce las internaciones y mejora la calidad de vida.
Siendo descripta como una enfermedad prevenible, es a la prevención hacia donde deben dirigirse todos los esfuerzos. Fundamentalmente deben sumarse acciones preventivas intensas, dirigidas a evitar el inicio del hábito de fumar y a detectar personas susceptibles expuestas a humo de biomasa (leña y similares), sobre todo niños.