Una mujer muere víctima de un femicidio cada 30 horas en la Argentina. 278 víctimas letales de crímenes de violencia de género. 255, víctimas directas de femicidios -de las cuales cuatro fueron transfemicidios- y 23 femicidios vinculados.
El 83% de las víctimas tenía un vínculo previo con los varones indicados, imputados, procesados o condenados, con condena firme o no, en los expedientes. El 56% de los femicidios fueron cometidos por parejas o ex parejas. El 15% por familiares y el 12% por personas con otros tipos de vínculos. El resto, por hombres que las víctimas no conocían.
Los datos corresponden al 2018 y son alarmantes. Aún más si se los compara con el mismo informe que elabora año tras año la Oficina de la Mujer, basado por los Poderes Judiciales: en 2017 se relevaron 251 víctimas directas de femicidios y 22 de femicidios vinculados en todo el país. A cuatro años de la primera marcha del Ni Una Menos, el drama que se desprende de las cifras no sólo indica que los números se mantienen, sino que están aumentando.
El 3 de junio de 2015 una multitudinaria movilización copó las calles de todo el país con un lema espontáneo, agudo y contundente: «Ni Una Menos», la misma que comenzará esta tarde a partir de las 17 frente al Congreso de la Nación y en diferentes puntos de la Argentina.
La actualización anual del Informe de Femicidios en Argentina, publicado por la Corte Suprema de Justicia, detalló que las principales víctimas directas de femicidios fueron mujeres jóvenes, de entre 25 y 34 años. Luego, sigue el grupo de entre 35 y 44 años y, en tercer lugar, aquellas de 45 y 59 años.
Del total mencionado, 76 mujeres fueron asesinadas mediante el uso de armas blancas. Otras 73 murieron mediante el empleo de la fuerza física. A 61 las mataron con armas de fuego. 18, a través del fuego y otros medios combustibles. El informe reveló que otros 36 casos se incorporaron mediante el término «otros medios». Con relación a las cuatro víctimas trans no se obtuvo información.