Al respecto hizo referencia la docente Ileana Leonelli que formó parte del grupo que visitó la localidad ubicada en el Departamento Copo de la Provincia de Santiago del Estero.
“Con la ayuda de Rotary, de los comerciantes, la comunidad y también de la Municipalidad de La Costa se ha hecho posible un nuevo viaje”.
“En esta oportunidad, además, de en boquerón se ha trabajado en otras tres localidades: Santa Rosa, Iscai Pozo y Cabeza de Toro. Esos lugares primero que nada hacen saber sus necesidades y luego se va para trabajar en eso, así que esta vez se pintaron capillas, escuelas, comedores escolares, además de que se hace el festejo del Día del Niño que es el único que tienen, el que organiza el grupo misionero de La Costa”, sostuvo la docente.
“Siempre se nos recibe con mucha alegría y se nos despide con mucha tristeza esperando que volvamos. Realmente es una experiencia renovadora, te renueva la fe, te muestra la otra argentina, la que no conocemos, te muestra también la cercanía que la gente tiene con Dios. Realmente en esos lugares tan pequeños todo gira alrededor de la Iglesia y de las escuelas”.
Hablando desde su experiencia personal la maestra dijo “en mi caso y en el de otros docentes que acompañamos, nos damos cuenta de la importancia del valor de la profesión cuando se trabaja con compromiso. Hemos estado en contacto con varios de los docentes de las escuelas del lugar. También se permite ver en esos lugares tan pequeños el alcance de los programas nacionales como es la Asignación Universal, o los programas de vacunación que a veces son tan cuestionados”.
En esa misma línea también opinó que “los chicos cuando vuelven de Boquerón tienen una mirada completamente distinta. Vemos que es una cuestión cultural las diferentes formas de vida”.
Adentrándose en la experiencia y recordando el viaje dijo “en el pueblo de Santa Rosa, que es el pueblo que le tocó a mi grupo, donde solamente hay 75 habitantes, las mujeres están organizadas y trabajan como teleras. El gobierno les acerca lanas de distintos tipos y ellas tejen prendas. Los hombres, a través de subvenciones del gobierno de Alemania, gestionadas a través del cura de la localidad de Boquerón que es un jesuita que hace 40 años que está en el lugar, se consiguen estos subsidios y tienen una sala de extracción bellísima para trabajar la miel en el medio del monte. Hacen un trabajo muy importante también por intermedio del INTA que los visita una vez por mes. Ahí se ve como a pesar de las carencias, con las cuales a nosotros se nos haría tan difícil vivir, ellos pueden salir adelante. Yo personalmente creo que es porque todas esas carencias hacen valorar mucho más lo que tienen y el querer salir adelante”.